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   Era un domingo de mayo. Sabíamos que era una fecha grande.  La Habana ordenaba a dos muy amados presbíteros al episcopado. En aquel momento yo no llegaba a comprender por completo el significado de lo que ocurría.  Sin duda era algo único.  En cuanto al Coro, todo decía que tenía que ser uno de los momentos más interesantes de su historia. Ni más ni menos que íbamos a cantar con el Coro del Seminario y con uno de los coros más celebrados del momento, la Coral de Acción Católica.  Allí, formando la procesión en el claustro del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, estaban con nosotros nuestro amigo y protector, el Señor Arzobispo, vestido a todo dar.  Allí la primera plana de la Iglesia cubana.  Yo no sabía a ciencia cierta quiénes eran, pero lucían tan importantes que no podían dejar de serlo.  El colorido de los ornamentos, mitras, uniformes, capisallos, todo hablaba de grandeza.  El pueblo fiel no se quedaba atrás, estaba de fiesta, a la expectativa de lo que pasaba y disfrutando de todo lo que ocurría... y ya nos habían dicho que la Catedral estaba repleta. 

   Íbamos a salir cantando el Magníficat con el seminario y demás integrantes de la procesión.  Habíamos ensayado mucha música nueva, la antífona Firmetur y otras del rito.  La entrada era el Omnes collaudant nomen tuum, escrito por el maestro para la ocasión.  El Te Deum era de Purcell y dificilísimo.  La Misa de Gelineau... 

   La procesión se formó, al fin.  Todos estábamos muy serios.  El silencio en ese claustro era imponente.  Se podía cortar con un cuchillo, pero emocionante.  El diácono entonó Procedamus in pace, todos respondimos in nómine Christi. Amen. Inmediátamente comenzó a andar la procesión, guiada por el turíbulo humeante y la Cruz Metropolitana con sus ciriales.  Los pequeños entonaron Magníficat ánima mea Dóminum, nos santiguamos y salimos hacia la calle, camino de la Catedral.  El pueblo amontonado se alborotó, ''¡ya vienen!'', muchos decían.  Todo iba bien, el coro alternando con los seminaristas, esto es, hasta que la Cruz alzada dio la vuelta a la esquina ya en vista de la Catedral.  Súbitamente, comenzaron a tocar las ocho enormes e imponentes campanas de la torre de la Epístola.  ¡Qué maravillosa la mezcla del magníficat  con el sonido de las campanas y la admiración del pueblo! el gozo era indescriptible.  La Catedral de La Habana, como otras catedrales hispanoamericanas antiguas tiene unas enormes campanas con sonido de bajo profundo no usual en las demás iglesias.  Son bordones y suenan como cañonazos.  El maestro estaba preocupado, pensaba que el sonido de las campanas iba a ahogar las voces de los niños.  Pero no, no sucedió así.  El efecto fue más bien como el logrado al final de la Obertura 1812 [que recientemente habíamos escuchado en la Filarmónica de La Habana]. 

   No se nos olvida ese momento singular en que llegamos al pórtico de la Catedral.  ¡Qué emoción!, ¡qué alegría! Sólo nos faltaba reír y llorar.  A medida que concluíamos el magníficat, se abría la Puerta Real de la Catedral y los ángeles abrieron las puertas del cielo para revelar una presencia nunca imaginada cuando todos, con el pecho henchido, cantamos:  Gloria Patri, et Fílio, et Spíritui Sancto.  Sicut erat in principio, et nunc, et semper, et in sæcula sæculórum.  Amen.

Luis de la Cruz - Guillermo Romagosa       1 Up

 

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   Sucedió en el aula de tercer grado de varones. Era un martes de cuaresma de 1954 y llegaron algunos de los mayores que integraban la schola, al tiempo que los pequeños terminaban su ensayo. La música había sido toda gregoriana de Semana Santa, en particular, me acuerdo que habíamos practicado el himno Pange Lingua -- Crux Fidelis, inter omnes...  Como hasta entonces el coro sólo cantaba gregoriano (excepto villancicos por navidad), se me ocurrió que tal vez ya era hora de tratar lo que hacía tiempo venía pensando, cantar algo a cuatro voces. Enseguida pedí a los muchachos que se agruparan por voces e improvisé unos acordes con el texto de la Procesión de los Ramos Hosanna Filio David, benedictus qui venit... distribuí las voces y, PRESTO, aquello sonó a mis oídos como si fueran los Improperios de Victoria en la iglesia abacial de Montserrat.  De pronto llegaron jadeantes, después de subir corriendo tres pisos de escaleras, el Padre McKniff y varias maestras que no podían creer que fuera nuestro coro el que cantaba en el tercer piso. ¿¿¿Qué pasa, qué es??? gritaban.  Yo, que sabía lo que pasaba, tampoco lo podía creer... 

Guillermo Romagosa               1 Up

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   Cuando llegó el tren dirección Habana a la estación de Camagüey y descubrimos que había habido un problema con nuestras reservaciones, todos nos llenamos de ansiedad.  Era el cierre con broche de oro de un viaje de cuatro días de excursión en que habíamos cantado una misa solemne por el cincuentenario de las Madres de María Reparadora, dos conciertos en un teatro de Camagüey y una Misa en la Iglesia de San José, de los padres agustinos holandeses. Los ferrocarriles solucionaron el problema añadiendo un coche al tren.  Todo bien.  Sucedió entonces que, cuando entré en mi coche, un niño con voz de soprano y que se encontraba al otro extremo del coche gritó a toda voz ''maestro, ¡¡¡hay una vieja sentada en mi puesto!!!'' y yo grité en mi interior, ''trágame, tierra''...

   Guillermo Romagosa                       1 Up

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   Jovellanos es un entronque en los Ferrocarriles de Cuba, situado en la provincia de Matanzas.  Veníamos de vuelta a La Habana después de una serie de actuaciones en Camagüey y habíamos tomado el tren que salía a medio día de Camagüey y que llegaba a La Habana a las nueve de la noche.  Aunque las madres reparadoras nos habían pertrechado con golosinas y sus famosos polvorones,  los muchachos ya habían acabado vorazmente con todas las vituallas.  El buffet, o cafetería, del tren no llevaba un menú que alcanzara para dar de merendar a todos por igual, así que aproveché la parada en Jovellanos para comprarles algo de comer en un establecimiento que quedaba en la propia estación y que era famoso por sus chuletas de cerdo.  Había un gentío amontonado y tratando de conseguir la atención de los dependientes a voz en cuello.  Todos querían sus chuletas mientras llegaban otros viajeros para incorporarse a nuestro tren.  Viendo que era imposible observar muchas de las reglas de etiqueta que son de rigor en países civilizados,  di un grito:  déme cincuenta chuletas, cincuenta pastelitos de guayaba y cincuenta coca-colas El efecto fue instantáneo, como cuando el oficial grita ¡atención! y la tropa se cuadra, así hubo un silencio súbito.  No sé cuántos pasajeros se quedaron sin chuletas, que Dios me perdone, pero los Pequeños Cantores del Santo Cristo comieron por igual esa noche a bordo del tren que iba para La Habana... 

Guillermo Romagosa                    1 Up

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   Siempre sonrío cuando me acuerdo de ese niño, de los más pequeños que ya cantaban con nosotros, el que se ensimismó con la plumita de Camagüey. No sé si habría palomas anidando en el techo del teatro donde ofrecíamos un concierto en Camagüey. Después de todo, ellas no necesitaban boleto para entrar. Lo que sé es que, en medio de un villancico, comenzó a caer una plumita pequeñita de entre los telones.  Era muy chiquita y descendía despacito, girando en tirabuzón, como quien no quiere las cosas.  El coro estaba enfrascado en un villancico difícil, la atención al director era más que nunca crucial.  Es de notar que este concierto era, como los demás, todo a capella, no había órgano que cubriera alguna equivocación.  En el momento culminante de la pieza, comienza el niño en cuestión a seguir la plumita con la vista.  El estaba en primera fila y trató de asir la plumita con una mano. Se le escapa, se inclina y trata con la otra.

   Al público le pareció muy gracioso, después de todo era un niño pequeñito y mono. Al director y al resto del coro, de primer momento, el niño persiguiendo la plumita de paloma causó horror. ¡Se acabó el mundo! Imagínese usted esto en medio de un concierto. Pero después no pudimos menos que reírnos...  No me acuerdo si por fin el pequeñito logró atrapar la plumita en sus manos. Lo que ciertamente logró fue ponernos en nuestro lugar como seres humanos.

Marvin Jui                           1 Up

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    Uno de los problemas crónicos que sufren nuestros coros es el de los catarros, gripes [gripas] y dolores de garganta.  Entre los cubanos todo esto tiene que ver con la madre naturaleza:  la lluvia --especialmente si te mojas--, el frío --especialmente si te desabrigas--, el aire -- si te da por la espalda-- y mamá, las mamás superprotectoras de sus bebés [''Parece que va a llover, no debes salir'' --''pero mamá, hoy cantamos en la catedral y yo tengo el solo del et incarnatus est...'' --''te digo que no puedes salir'']  Claro que la actitud de mamá es la de la medicina preventiva.  Entendido que la mamá no es un mal, y se le agradece su solicitud maternal, para ese "mal" no hay remedio [!] y el coro tenía que vivir con él. Para los efectos de los demás males, nosotros teníamos dos remedios caseros, el café negro a la cubana [léase tinta china]  y las pastillas Valda. A la menor señal de problemas otorrinolaringológicos, el maestro comenzaba a distribuir pastillas Valda como si fueran caramelos, y, si venía al caso, traía varios galones de café negro caliente del restauran de en frente [esquina de Teniente Rey y Bernaza].  Parece que, aunque no era papá, tenía complejo de médico de cabecera y superprotector de sus pequeños cantores que eran más que pacientes.

Guillermo Romagosa                    1 Up

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    Para los que se les ha olvidado el español de las islas del Caribe y de Yucatán, una guagua es un autobús. Pues bien, la guagua de Balbino era el autobús que llevaba el letrero del Colegio San Agustín y que solía llevarnos a las iglesias, al seminario y a tantos lugares donde teníamos un compromiso de cantar. El buen Balbino era el joven dueño y chofer que nos llevaba.  Para nosotros, esa era la proverbial guagua de Balbino.

   Para entretenerse durante el largo viaje, los muchachos se ponían a cantar, cosa que en ocasiones no era buena para la voz.  Pero era tal el gozo de cantar que no se les podía prohibir, sino pedirles que no gritaran. Fue entonces que, en la guagua de Balbino, los muchachos, por iniciativa propia, desarrollaron todo un repertorio musical compuesto por ellos mismos.  Las canciones tradicionales cubanas se transformaban en piezas a varias voces en estilo imitativo o fugado, recuerdo que así cantaban Solamente una vez amé en la vida.... También había una marcha, Todos nos vamos de excursión.  Tenían cantos típicos españoles, como uno que decía, Tanto reloj de oro, tanta cadena... Alirón, tira del cordón, cordón de Valencia...también uno del pueblo de mis abuelos maternos, Villarino de Aires, Salamanca, y que trataba de la muerte del Burro de Villarino. [Ese no se cantaba cuando pasábamos por un cementerio o un sepelio; es más, los muchachos no cantaban por respeto cuando estábamos en tráfico junto a un cementerio]. Pero lo más interesante para mí fue la ocurrencia que tuvieron de cantar los anuncios comerciales y letreros de las carreteras en distintos tonos de salmo del  gregoriano. Así fue que los que oían venir la guagua de Balbino oían a un muchacho decir ''tono sexto'' y, de pronto todos cantaban, ''Pe-le-tería de Rodríguez e Hijos * Zapatos finos para todos los gustos'' [fa sol-la la la la la la la la sol la fa * la la la la la la la la fa sol-la sol fa], y otra voz decía ''tono octavo'', y todos cantaban, ''Panadería y dulcería El Siglo de Oro *  Establecida en mil ochocientos noventa'' [sol la do do do do do do do do do do do do re do * do do do do do do do do do do si do la sol], y otro decía,  ''solemne'' y entonces sonaba como un Magníficat. Demás está decir que resultó ser buena práctica para cuando había que hacerlo en latín. Así se introdujo la costumbre de cantar, al momento de llegar a nuestro destino, el Alleluia Pascual, tono sexto, con el salmo 116,(117) Laudate Dóminum omnes gentes... en faux bordón.

   Qué satisfacción ver que los niños habían interiorizado los tonos de salmo gregorianos que utilizaban en la liturgia y hasta sabían adaptar cualquier texto a esas fórmulas, o... ¿sería que, simplemente, había que entretenerse con un juego inteligente durante los viajes? Lo uno o lo otro, o ambos, indican imaginación y habilidad. Y, para el maestro, felicidad en la guagua de Balbino. 

 Guillermo Romagosa                1 Up

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    Es curioso que recuerde su nombre. Especialmente porque no tengo memoria ''de nombres'', más bien ''de caras''.  Cuando mencioné ese nombre al maestro tampoco se acordaba. Sólo se llegó a acordar cuando consultó un programa viejo del Coro.

   Se acordaba, sin embargo, de lo sucedido esa vez que regresábamos de Camagüey.

   Fue en una de las tantas paradas que hacía el tren camino de La Habana que mi compañero del coro se encontró con su papá.  Tal parece que el papá se enteró de que el hijo venía en ese tren y quiso llegar a verlo. Aprovechó para ir a la estación de ese pueblo y abordar el tren para, aunque fuera por unos momentos, ver a su hijo. Recuerdo que junto al señor subieron al tren un enjambre de vendedores de raspadura, pasta de guayaba, pan de Caracas y otros productos locales, comidas que me llamaron la atención.  Así que no le di importancia a la visita breve del padre a su hijo. Entonces el conductor del tren sopló ese silbato que sonaba como el de los carteros, anunciando la partida del tren y ví a mi compañero llorando, abrazado a su papá. El papá se despidió y se bajó corriendo del tren.  Yo me acerqué a mi compañero y le hice esa inocente pregunta ¿Amigo mío, por qué lloras?... El no me contestó enseguida.  Luego me dijo ''Hacía mucho tiempo que no veía a mi papá''. Yo no pregunté más...

   En La Habana yo tenía a mi mamá y a mi papá, no así mi compañero, que no tenía a su papá y lo extrañaba.  Quizá sea ese el hecho que, a pesar de haber sido yo niño, me tocó el corazón. Tal vez por eso he recordado su nombre y sus lágrimas por toda una vida.

Marvin Jui                       1 Up

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   Cuando los líderes de la tropa de Boys Scouts del Santo Cristo se enteraron de que íbamos a pasar casi toda una noche de noviembre en la entonces llamada Plaza Cívica, se ofrecieron para facilitar un servicio de pan y café con leche. Así los muchachos tendrían algún sostén para pasar la noche que, según los meteorólogos, iba a ser un norte de mucho aire, frío y lluvioso [todo lo que las mamás aborrecían para con sus niños]. La Ferretería Capestany, proporcionó una hornilla de kerosén, de las que hay que bombearle aire. Los primos del maestro, que tenían una lechería, donaron varios galones de leche.  El pan venía, supongo, de una panadería, creo que de La Gran Vía. Los vasitos de cartón venían de Sarrá. El café, también por galones, se compró en el restaurante de en frente.  El azúcar de la bodega. Y los boys scouts dieron su mano de obra.

   Todo bien, excepto que cuando llegamos en la guagua de Balbino a la esplanada donde se iba a celebrar la Misa del Congreso Católico, la Comisión de Orden no nos dejaba pasar. Aunque veníamos vestidos de sotana y roquete, ¿Cómo hacerles creer que éramos, con la Coral de Acción Católica, el coro de la Misa?  En esos días no había teléfonos celulares.  Fue un boy scout que se prestó para hacer contacto a pie con el altar, quien trajo el ''OK'', y nos dejaron entrar, guagua y todo, a través de un mar de gente para llegar al sitio del coro, que estaba junto a la cátedra en la plataforma del altar.

   Allí, detrás del dosel de la cátedra, nos cobijamos en espera de que llegaran las autoridades y la imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, que había venido en avión desde el Cobre para la ocasión. Habíamos llegado como a las ocho de la noche.  La Misa no comenzó hasta después de la media noche.  Durante toda esa espera, tomamos pan y café con leche. Pero fue esa una ocasión única, porque tomamos pan y café con leche con todo el episcopado cubano, con los altos líderes de Acción Católica, con muchos sacerdotes y seminaristas y con la Coral de Acción Católica.  Menos mal que había mucha leche y café y mano de obra prestada por los boys scouts, porque no habíamos contado con que tantos ilustres nos iban a ''pegar la gorra''. Parece que el ''olor de santidad'' del café era irresistible y la hospitalidad de los Pequeños Cantores no dejaba que desear.

Luis de la Cruz                       1 Up

La Biología del Noche de Paz: lo Esperado y lo Inesperado.

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   Era la Navidad de 1959 y nos habían invitado a cantar en la ceremonia de bendición de un nacimiento que tenía imágenes tamaño natural. El belén estaba en un gran hueco, llamado ''la cantera'', en esa porción del Vedado llamada La Rampa.

   Fuimos todos en la guagua de Balbino. Íbamos muy elegantes, luciendo los uniformes de gala. Durante el corto viaje algunos se quejaron del uniforme. Decían que parecíamos como mini-chóferes de guagua, los del Santiago-Habana específicamente. Pero, en lo que a mí respecta, los uniformes lucían muy bien. Mi mamá había lavado y planchado el mío. Todos iban igualmente muy lavados y muy planchados y lucían elegantes con sus corbatas negras.

   Durante la ceremonia todo marchaba bien. El momento culminante iba acompañado del canto del Noche de Paz. El arreglo que cantábamos tenía efectos muy especiales, con mucha boca cerrada, muchos pianísimos y un solo muy fino para un soprano de voz bien dulce. Estábamos cantando el Noche de Paz, cuando sucedió con el solista, Tomasito González, lo que siempre puede suceder cuando se trata de niños varones. La ley biológica lo establece, cuando se llega a cierta edad la voz cambia y pasa de la de niño a la de adolescente. --¿Qué hacer cuando el solista se ve imposibilitado de cantar en la tesitura requerida?-- En el momento en que el solista entró una octava más baja de lo esperado, el maestro hizo una seña a otro cantor que podía dar ''la talla'', para que tomara la siguiente entrada. Entonces sucedió lo inesperado. El nuevo solista, que era yo, confrontado por una situación difícil, tuve una reacción biológica no causada por las hormonas del crecimiento, sino por los nervios, y que dio causa para que mi mamá tuviera que lavar de nuevo los pantalones del uniforme de gala. Aunque yo tenía mis solos, nunca había cantado el solo de Noche de Paz. Pero a pesar de los nervios, canté el solo del Noche de Paz, me quedó bien y nadie se enteró de lo sucedido. Según el maestro, di la talla.

   Tomasito nunca más recobró su dulce voz de soprano. Años después yo perdí la mía.

   Después de todo, mirando hacia detrás, aquella fue una Navidad feliz y una noche de paz.
 

Marvin Jui                  1 Up

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   Era Jueves Santo, hacía calor y se nos hacía tarde para llegar a la Catedral.  Habíamos estado ensayando, puliendo ciertos detalles, para la Misa del Crisma, que en esa época todavía se celebraba el Jueves Santo por la mañana. Después de tantos años, me suena en la memoria el O Redemptor súme cármen Témet concinéntium... [Oh Redentor, recibe el poema de los que te cantan] porque yo era uno de los dos cantores que hacía los versos mientras entraban en procesión los aceites que se iban a consagrar. Había que parar en algún sitio para tomar aunque fuera un café con leche. La celebración iba a ser larga, un canónigo [llamado magistral, yo creía que ese era su apellido]  iba a hablar por largo y tendido, el Señor Arzobispo iba a celebrar con toda calma y solemnidad, como usualmente lo hacía, a pesar de estar vestido y revestido, --recuerdo, en mi imaginación de niño--, como para visitar el polo norte, con guantes y todo [!] y en el coro alto el calor abundaba para los que íbamos a cantar. Las calles estaban desiertas, así que fuimos a pie y entramos en un café para tomar algo.  Allí nos sirvieron café con leche y pan con mantequilla, un desayuno típico cubano.  Pero se hacía tarde.  Los mayores se ocuparon de sentar a los pequeños y de ver que comieran con prisa porque casi ya teníamos que estar listos en el patio frente al Sagrario Catedral.  Pero, lo que sucede cuando menos se quiere, el café con leche estaba hirviendo.  Para acelerar las cosas, se le ocurrió al maestro decir a los muchachos que sacaran el hielo del vaso de agua que cada cual tenía y lo echara en el café para que se enfriara.  Sólo de esa forma llegamos a tiempo a la Misa del Crisma en la Catedral. A muchos nos hizo gracia el café con hielo.  A mí no se me olvidó en toda la vida.  Me ha servido de consejo para actuar y entender en situaciones difíciles.

   Llegamos y nos incorporamos a la procesión de entrada. Al llegar al presbiterio proseguimos por el crucero para salir por la nave de la epístola,  subir por una escalera de caracol dentro de una torre, pasar entre campanas para llegar al coro alto.  Todavía la schola del seminario cantaba el introito, cuando el maestro nos mandó quitar el roquete, lo que escandalizó a un seminarista [hoy presbítero en Miami, Florida]. Nadie nos podía ver desde abajo, razonó el maestro, y el calor allá arriba era de baño turco. Mejor cantar que sofocar. Cuando hay calor, hay que aplicar el frío y despojarse de los soporíferos.  Ponle hielo al café caliente en caso del desayuno, y ponle ropajes al Arzobispo cuando va al polo norte.  Yo pensé, a cada cual lo suyo, sin la coincidencia de opuestos la vida sería muy aburrida... Ese fue un día de contrastes, y en mi mente suena O Redemptor súme cármen Témet concinéntium. ¿Sabes de una buena traducción al castellano? Siguiendo la que yo tengo, el Señor no hubiera recibido nuestro canto si no hubiéramos tomado café con leche hirviendo y enfriado con hielo.

José Manuel Gasulla         1 Up

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   Todos los cubanos conocen y recitan los Versos Sencillos de José Martí, el Apóstol de la Independencia de Cuba. ''Yo soy un hombre sincero...'', dice Martí, y hoy yo les hablo con toda sinceridad sobre la adaptación que hice para el Coro de Pequeños Cantores de estos versos a la melodía del género musical guajira, llamado guantanamera. Este género se llama así por ser típico de Guantánamo, y también es bien conocido de todos los cubanos.

   Era el año de 1959. Teníamos el compromiso de cantar en una velada que concluiría una jornada de talleres de las Juventudes de Acción Católica en el Colegio de la Salle del Vedado.  En realidad nos sobraba repertorio para esa intervención pero pensé que debíamos tener, además de lo usual, algo patriótico. Así que decidí, entre otros, tener un canto eclesiástico como el Tu es Petrus, porque estaría presente el Sr. Nuncio de Su Santidad, y los Versos Sencillos de Martí por ser en esos días el 19 de mayo, aniversario de su muerte.  Que yo sepa, no existía ninguna versión musical de ese texto.  Cultivo una Rosa Blanca tiene música, pero decidí que, para tener algo distinto, debía de hacer el arreglo de los Versos Sencillos usando la cubanísima melodía de la guantanamera. Lo hice sin usar el estribillo Guantanamera, guajira guantanamera..., y así se cantó, siendo recibida con participación de muchos haciendo sonidos de pajaritos [lo usual] y con una ovación entusiasta de todos los presentes, seguida de un encore. Desde entonces pasó a ser parte de nuestro repertorio, esperada y bien recibida donde quiera que la cantamos.  Yo no sé quien la oyó, la modificó un poco, viciando la armonía y la melodía,* y la importó a los Estados Unidos.  El caso es que otros se han llevado la palma de la fama por haber copiado algo que primero vio la luz del día en nuestro repertorio. 

Así Dios lo decidió. Amén.

(*) En el original cubano, el acompañamiento comienza en fa mayor pero el canto comienza en re, por encima del acompañamiento.  Luego la pieza concluye ''en suspenso, en el aire'', en la dominante (acorde de do de séptima, sin resolver). 

Guillermo Romagosa            1 Up

''A BUSCAR PERIODICOS''  

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  Hicimos un viaje maravilloso en tren de La Habana a Camagüey. Ese fue un día de novedades, la mayoría no habíamos hecho un viaje de ocho horas en tren, y con aire acondicionado, menos. Dentro de los coches había frío, pero al pasar de un coche a otro se sentía el calor de afuera, el aire y los ruidos. Todos queríamos pasar de un coche a otro para experimentar ese cambio y la velocidad [de unos 130 Km/h., promedio] que adentro no se sentían y tratábamos de parar de canto una peseta para comprobar la estabilidad de aquel caballo de hierro que había diseñado la Budd Car Company de Filadelfia. Nada de eso era bueno para la voz, pero para nosotros, en ese momento la novedad era lo principal ¿Quién antes había hecho semejante viaje en un tren moderno, todo plateado, rápido y con aire acondicionado?  Hay que ver que la mayoría éramos habaneros para quienes todo lo que estaba fuera de La Habana era el campo. Allí no se nos había perdido nada y ahora estábamos descubriendo que merecía la pena viajar al interior. Muchos recordamos esos descubrimientos con cariño gracias al coro que nos los proporcionó.

   Llegamos a Camagüey después de ese viaje de descubrimiento y allí nos llevaron en una guagua, no la de Balbino, al colegio de los Hermanos Maristas donde nos acomodaron en el gimnasio, convertido para nosotros en dormitorio con cincuenta camas (!) en la cancha de baloncesto. De ahí fuimos directamente al convento de las Madres Reparadoras donde nos tenían preparada la cena. Allí tuvimos oportunidad de conversar con las madres y de ensayar un poquito en la capilla donde íbamos Foto Gert Defevera cantar la Misa Solemne de aniversario de las madres en Camagüey. Hubo que hacerlo con todo respeto porque las madres tenían el Santísimo expuesto las veinticuatro horas del día.  Tomando el postre con las monjitas les manifestamos nuestro temor de habernos acatarrado durante el viaje. [El maestro ya estaba con 38º de fiebre, pero nosotros no lo sabíamos, ya él había comenzado a circular las pastillas Valda]. Queríamos quedar bien en nuestros compromisos y, sobre todo,  --cosa muy importante-- queríamos bañarnos en la piscina del colegio de los Marístas....Nuestro dormitorio improvisado en laFoto Gert Defever cancha de basketball , si bien teníamos piso de madera y techo, no había paredes, por lo que estábamos al aire libre. Una de las madres nos aconsejó conseguir periódicos para arroparnos con ellos nuestras jóvenes gargantas a la hora de dormir, ''el papel les mantendrá el calor y podrán cantar mañana'', dijo. Nuestra preocupación era tan grande que todos queríamos bastantes periódicos para aplicar el remedio, así que ''A buscar periódicos para arropar nuestras jóvenes gargantas.'' La guagua paró a conseguir periódicos en un estanquillo. Cada cual puso su periódico alrededor de su cuello y por debajo de las mantas.  

    Con gratitud llegamos al final de ese día de exploración y descubrimiento.  Al apagar las luces todos cantamos ''A la puerta del cielo venden zapatos para los angelitos que andan descalzos.  Duérmete niño, duérmete niño, duérmete niño, arrú, arrú.'' y, a pesar de algunas diabluras y risas, todos nos quedamos dormidos como santos y buenos angelitos que de verdad éramos. El hecho de que despertáramos a la comunidad de los hermanos Maristas es otra anécdota.

José Álvarez           1 Up

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   Para nuestras mentes infantiles, el viaje a la ciudad de Camagüey fue algo fabuloso. Desde días antes de salir hasta días después de regresar, todo era nuevo. Muchas experiencias nuevas y emociones. Muchos descubrimientos, no sólo de lugares, sino de nuestro propio ser. Aunque tal vez no los valoramos en ese momento. Fue esa la primera vez que, fuera de nuestro ambiente, recibimos reconocimiento tanto como grupo, como coro y como individuos. Nos llevaron a distintos lugares, cantamos ante distintos públicos, como embajadores de la música, ministros de la música sagrada en particular. Nos llevaron a cantar en un canal local de televisión donde presentamos dos o tres números. Al día siguiente nos llevaron de nuevo al mismo estudio de televisión.  Como primerizos al fin y al cabo, nos impresionó cantar dos días seguidos por televisión. Pero nos llamó más la atención porque, según anunciaron, volvíamos por demanda popular, ya que habían recibido numerosas llamadas telefónicas pidiendo que nos presentaran de nuevo. Es muy bueno sentirse uno reconocido y bien acogido.

   Lamento que no quede ninguna grabación, ni una imagen en movimiento, ni un canto, de lo que hicimos en tantos sitios como Camagüey.  El maestro dice que él lo prefiere así porque, de otro modo se pasaría el tiempo encontrando defectos en las grabaciones sin tener la oportunidad de corregirlos.

   Sería bonito observar cómo hemos ido cambiando con el implacable, el tiempo. Ahora solamente nos queda el choque emocional de ver al niño que recordamos en la figura del niño que ya no somos. No hay estudio de televisión que pueda presentarnos de nuevo tal como éramos, ni como fuimos cambiando, ni si quiera por demanda popular. Gracias a Dios que para eso están los recuerdos que guardamos en lo profundo del corazón.

José Álvarez            1 Up

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   Reminíscere * miseratiónum tuárum, Dómine... así comienza el Introito del Segundo Domingo de Cuaresma.  Me recuerdo que me tocaba a mí, entonar el introito, que, normalmente, después de un preludio de órgano, era lo que señalaba el inicio de la procesión en la misa parroquial.  Por ser cuaresma, no había preludio de órgano, de manera que yo era el que abría la celebración. Pero esa mañana, en lugar de hacer la señal de la cruz, el coro tuvo que taparse la boca para no echar la carcajada. Sucede que en los ensayos, yo había tenido que repetir muchas veces esa entonación porque la cantaba mal. En lugar de reminíscere, cantaba renimíscere y no había forma de que lo hiciera bien.  Como le había prometido al maestro que lo iba a ensayar bien en mi casa, todo quedó así. Pero cuando llegó el momento de cantarlo, aunque lo había estado repitiendo una y otra vez hasta el momento de formar la procesión..... ¿Se imaginan lo que canté?

 Jorge Villasana          1 Up

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   Según las circunstancias, en el curso de su breve historia, el Coro cantó en varios idiomas, español, latín, griego, catalán, gallego, y un día cantó en lenguas.  Sucede que, por una celebración especial, se cantó en el Cristo el Te Deum. No recuerdo la razón. Fue en la Catedral donde cantamos ese himno con más frecuencia. El Te Deum tenía antes una serie de versículos y respuestas, terminando con una colecta. Ya hoy no hay nada de eso. 

V/. Benedicámus Pátrem et Fílium cum Sáncto Spíritu.

R/. Laudémus et superexaltémus eum in saécula.

   Y así tres versos más con sus respuestas respectivas. El último era Dóminus vobíscum. Después venía Orémus, como de costumbre.

   Sucede que el celebrante cantó un verso de más. Del coro alto no se le entendió nada. Yo no sabía qué hacer, el Líber Usuális no traía nada, y me quedé paralizado, pero los muchachos instintivamente respondieron, Tra la, la, la, tra la, la, la, blah la, o algo por el estilo. Parece que, ya en aquella época, el Coro cantaba en lenguas.

Guillermo Romagosa             1 Up

Cuando los Franciscanos cantaron la misa de

Santo Domingo en San Juan de Letrán.

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   En memoria de la amistad que existió entre los dos santos, Francisco de Asís y Domingo de Guzmán, los frailes dominicos invitan a los franciscanos a celebrar con ellos la fiesta de Domingo, su santo fundador. Los franciscanos celebran la misa de Santo Domingo, y vice versa, los franciscanos invitan a los dominicos a celebrar la misa de San Francisco en la iglesia franciscana.  Ese año los dominicos invitaron al Coro a cantar en San Juan de Letrán, la iglesia dominica, cuando los franciscanos vinieron a celebrar la fiesta de Santo Domingo. Si lo que acabo de escribir es confuso, así fue el final de la misa cuando el diácono franciscano cantó, en el tono de la Missa de Angelis, I-i-i-i-te, e-e-e-e, e-e-e-e-e-e-e, e-e-e-e-e-e-le-i-son [mezcla de Ite, missa est con Kyrie, eleison: ite-eleison]  Los frailes se rieron tan duro que el coro no tuvo que dar respuesta... el celebrante franciscano a penas pudo dar la bendición y yo conecté el gran órgano e improvisé un postludio bien aparatoso haciendo variaciones del tema.

Guillermo Romagosa                 1 Up

 El Pollo Frito y la Etiqueta Gastronómica de los Pequeños Cantores

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  Yo solo me acuerdo de haber ido a las playas de Guanabo, Tarará y a la bella Varadero, y creo que esto que les voy a contar ocurrió en este ultimo lugar.

   En una de nuestras salidas a la playa pasamos a comer algo a un sitio de comida rápida, creo que se llamaba "Pío Lindo". Todos pedimos pollo frito con su correspondiente guarnición de papitas fritas. Yo me quise pasar de fino y traté de comer el pollo con cuchillo y tenedor, ya que estimé que eso era lo correcto. Y yo no podía ser menos que correcto delante del grupo. Cuando vi lo difícil que era, pensé que tenia que  conformarme con no disfrutar del pollo con tal de hacer lo indicado. Notando la situación, el maestro del coro, siempre atento a nuestras dificultades, como si fuera un ángel de la guarda colectivo, dijo en voz alta ''según la etiqueta gastronómica, el pollo se puede comer con las manos'' y luego me guiñó el ojo. Uff! qué alegría, menos mal. Solté el cuchillo de una mano y el tenedor de la otra y  me dediqué plenamente a comer el pollo "a dos manos".  Qué bueno que pude disfrutar de mi almuerzo con la paz de que no estaba haciendo nada incorrecto. Ese fue el complemento de un sabroso día de playa.

   Nota: Este secreto lo he guardado por muchos años, por la pena que me daba mi ignorancia, pero hoy se los revelo, por la alegría infantil que me ha devuelto esta Web y el reencuentro con mis antiguos compañeros.

   Otra nota: A los miembros del coro no nos gustaba hacer cosa incorrecta alguna.

José Álvarez                     1 Up

   Nuestra Señora de la Regla de San Agustín es la Patrona del Pueblo de Regla y, por Real Decreto, Gobernadora de la Bahía de La Habana.  Regla es un suburbio de la capital que queda en la bahía, del lado opuesto a la ciudad de La Habana.  Junto al muelle se encuentra el Santuario de la Virgen que es muy concurrido por los devotos. La Virgen de Regla es también una advocación mariana que utiliza la Religión Yoruba para designar a Yemayá, orisha del mar profundo, una de las deidades africanas que llegaron a playas cubanas con los esclavos. La imagen es de una virgen morena cargando a su Hijo, el Niño Jesús. La fiesta de Nuestra Señora de Regla se celebra el día 8 de septiembre y coincide con la de la advocación de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba. El día 8 de septiembre es la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora y en ese día se celebran las fiestas de casi todas las advocaciones marianas que no tienen fecha propia. Pues bien, el Coro fue invitado a cantar en la Misa Mayor del Santuario el día de la Fiesta Patronal.

   Para llegar a Regla tuvimos que tomar la lancha de Regla que sale del Muelle de Luz y cruzar la bahía.  Allí comenzaron los problemas porque se mareó uno de los niños. Ya él se había mareado varias veces en la guagua de Balbino, ese día le tocó a la lancha. Menos mal que el trastorno era usualmente pasajero, como lo fue en esta ocasión. La verdad es que el oleaje movía la lancha y por eso sucedió lo que sucedió. Desembarcamos y tuvimos que abrirnos paso entre el gentío que había.  Los campaneros del Santuario, al vernos, ya anunciaban la segunda llamada. La tercera sólo se daría una vez que ya estuviéramos preparados en el coro alto de la iglesia y todos los ministros ya estuvieran en la sacristía, [era Misa de Tres y los sacerdotes tenían que venir de otras iglesias, tal como nosotros veníamos de La Habana Vieja]. Todo listo, tocaron la tercera y comenzó la Misa Solemne. Cantamos el Introito, los Kyries y, durante el Gloria, subieron al coro unas señoras, que comenzaron a conversar como si estuvieran en la sala de su casa.  No hay cosa más molesta que cantar con el acompañamiento del cacareo de personas mal educadas. Terminado el Gloria, fui donde esas señoras y muy cortésmente les pedí que guardaran silencio. Me dieron una mirada fulminante, pero se callaron. Como el canto de la Epístola se alargaba, ellas decidieron que eso les daba licencia para comenzar el cacareo de nuevo. Volví donde ellas, al verme, callaron. Pero el asunto comenzó de nuevo durante el Aleluya. Cantado el Gloria tibi, Dómine del anuncio del Evangelio, volví donde ellas y les pedí que bajaran. Una de ellas, la más emperifollada, me replicó, ''usted por lo visto no sabe que yo soy la señora del Alcalde.'' Yo le contesté, ''señora, no me importa lo que sea usted; señoras, tengan la bondad de salir de aquí.'' Todo esto durante el canto del Evangelio. ''Usted no es nadie para sacarnos de aquí,'' respondió la señora.  Yo, con voz categórica, le dije, '' señora, si ustedes no se van ahora mismo, nos vamos nosotros, ¿es eso lo que usted quiere?'' e hice seña al coro para recoger e irnos. Los niños luego me dijeron que eso había sido un alarde de mi parte. En verdad, en ese momento yo estuve a punto de salir de allí.  No nos fuimos porque las señoras, como si hubieran visto un duende, salieron despavoridas como bola por tronera...  1 Up

 Guillermo Romagosa

LA AGONÍA DE CALENTARNOS LA GARGANTA

   Todos los sábados en la mañana nos reuníamos para ensayar. En ese ensayo se juntaban los sopranos y contraltos con los tenores y bajos. Yo me levantaba feliz y estoy seguro que los demás cantores se levantaban con el mismo ánimo para ir a ensayar, ya que casi nadie faltaba a los ensayos del sábado. Durante la semana, los pequeños habíamos ensayado nuestras respectivas voces por la tarde. Los mayores habían ensayado por la noche. Entonces llegaba el sábado. Ese era el día en que se podía apreciar cómo sonaba juntos lo que habíamos ensayado separadamente. Yo, a pesar de ser uno de los pequeños, esperaba el ensayo del sábado como cosa buena.

   Era una gran cosa, como si fuéramos a cantar a algún lugar importante. Cuando ya estábamos todos reunidos, había gran anticipación de ver cómo sonaban las cuatro voces juntas. Todos queríamos comenzar a cantar. Pero no, no era posible sin antes pasar por el martirio de vocalizar. Había que primero calentar la garganta, como decía el maestro. Para mí, tener que vocalizar por veinte o treinta minutos era una agonía eterna. ! Pensaba !Qué tontería tener que hacer estos ejercicios, cada vez medio tono más alto y que no decían nada, para calentar la garganta!

   Claro, ahora me doy cuenta que eran necesarios y beneficiosos. Además, era temprano por la mañana y había que ejercitar y calentar las cuerdas vocales antes de cantar. En aquel entonces eso me parecía tonto. Es más, me daba vergüenza de que alguien nos pudiera oír y pensara que eso era lo que cantábamos. En mi mente infantil, el remedio hubiera sido salir ya de nuestras casas con las gargantas calientes. La solución: pedirle a nuestras madres que nos pusieran un poco de mentol en la garganta y un pañuelo caliente, acabado de planchar, al rededor del cuello, así como los vaqueros. Todo para comenzar enseguida tan esperado ensayo sin primero tener que pasar por la agonía de calentarnos la garganta.

Marvin Jui

   Oscar Villasana [+2000] fue de los miembros fundadores del Coro. Fue el primero en aprender a leer la notación gregoriana. A primera vista cantaba cualquier texto del Gradual. Una vez, se presentó la ocasión de la posibilidad de recibir una beca para estudiar en un colegio que regían los Padres Canadienses de las Misiones Extranjeras de Québec en la ciudad de Colón, Matanzas. Allí fuimos en tren. Estábamos sentados uno en frente del otro junto a la ventanilla. Pasado Campo Florido, me dice Oscar, ''maestro, --apuntando al paisaje que pasaba por la ventanilla-- lo que yo veo es el futuro, lo que usted vé es el pasado, y el presente es lo que en este momento pasa por delante de nosotros.'' Oscar era un niño listo. 

Guillermo Romagosa

    El Padre McKniff viajó a Philadelphia acompañado de el Sr. Jesús Pernas. Tenían que resolver unos asuntos del Padre con relación a la Escuela Parroquial. El Sr. Jesús Pernas era un gran benefactor de la Parroquia y el Padre quería hacer unas diligencias financieras en Filadelfia. El Sr. Pernas fue primero a Boston, donde tenía unos negocios, mientras que el Padre fue directamente a Filadelfia a ver al Prior Provincial de los Agustinos. Allí se hospedó en una iglesia Agustina.

   Cuando el Sr. Pernas terminó su diligencia en Boston, se dispuso a reunirse con el Padre en Filadelfia, por lo que envió un telegrama al Padre dejándole saber cuando llegaba. El telegrama estaba dirigido al Padre y una operadora llamó por teléfono para leerle el texto oralmente.

   El diálogo fue así, según el Padre lo contaba muerto de risa:

Operator, Is this Saint Rita's Church?

Father: Yes.

Operator, Are you Reverend John McKniff? There's a telegram for you.

Father: Yes, I am Father John McKniff.

Operator, O, O MY, O, THIS CAN'T BE!!!

Father: What's the problem? What can't be?

Operator, FATHER, THIS CAN'T BE. O LORD HAVE MERCY, HELP ME!!! MOTHER OF GOD, THIS CAN'T BE!!!

Father: What's the problem, Miss. Please tell me. What's the message?

Operator: Dear Father McKniff, flying down on Sunday. Will attend all your wishes!!!  [Signed] JESUS.

1 Up               VISITA A LA CATEDRAL DE MATANZAS

   Son tantos los recuerdos que, si no los apunto enseguida, se me olvidan. Ahora me acaba de llegar un correo electrónico de un sacerdote amigo que reside en Miami y es bi-ritual latino-maronita. Me Catedral San Carlos.pregunta que si la campana junto a la que estoy retratado es de la Catedral de La Habana. Ese es el retrato que, de chiste, dice que con esa campana yo mantenía el órden en los ensayos. Como buen sacerdote de rito oriental, el padre es consciente de la importancia de las campanas, para que el edificio de la Iglesia, no sólo se vea, sino que también se oiga. Le contesté que no, que la campana es de la iglesia de San Pedro, en el barrio de Versalles de la ciudad de Matanzas. Añadí que la Catedral de La Habana tiene por lo menos dos que son el doble de grandes que la de la foto. Una, la Santa María, se oye a siete kilómetros de distancia cuando toca el ángelus o anuncia el Sánctus o la consagración en la Misa Mayor.

   ¿Por qué estoy retratado en el aula campanaria de San Pedro? Pues sucede que nos invitaron a cantar una misa en Matanzas. Era en una capilla de la parroquia de San Pedro que quedaba en una colina desde donde, recuerdo, se divisaba toda la ciudad. Por eso solicité permiso para subir a la torre. [No, no creas que puse a los niños en peligro, los niños protestaron, pero no subieron]. 

   Antes de llegar a nuestro destino, pedí al chofer de la guagua que nos había ido a recoger al tren, que nos llevara un momento a visitar la Iglesia Catedral. En eso yo seguía la costumbre de visitar la Catedral cuando íbamos a una ciudad por primera vez. Entramos a la Catedral y fuimos a hacer una visita al Santísimo que se encontraba reservado en una capilla aparte, al lado de la Epístola. Allí hicimos lo acostumbrado, o sea que cantamos O bóne Iésu, miserére nóbis, quía tu creásti nos, tu redemísti nos sánguine túo pretiossísimo.  [Oh buen Jesús, ten piedad de nosotros, porque tú nos creaste, tú nos redimiste por tu preciosísima sangre], Perluigi da Palestrina, a cuatro voces. Súbitamente aparecieron, con gran sorpresa y susto en sus pálidas faces, un sacerdote y varios sacristanes, que  se apresuraron en llegar desde la sacristía. Ellos creían que, por lo menos, se trataba de los ángeles ¡anunciando la segunda venida del Señor..! Cosas así suceden cuando actuamos sin permiso. Después de todo, un coro de niños como el nuestro no se oía con frecuencia en Matanzas. Más que todo eso, yo ruego a Dios que ese canto haya llegado no a la sacristía, no a siete kilómetros de distancia como la campana del ángelus, sino al Señor que está ahí mismo en el sagrario y que, siendo Hijo del Padre, se encuentra también a su diestra en el cielo. Entonces hubiera llegado a Matanzas, en ese día, un mensaje evangélico de conversión en boca de los niños: 

                                                         O bóne Iésu, miserére nobis!

   Guillermo Romagosa

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 EL AUTÓGRAFO Y LA FOSFORERA

 Era la celebración de las bodas de plata sacerdotales del P. Edward Connery, O.S.A., que era el Prior de la comunidad de la Iglesia de San Agustín, en La Sierra, Marianao. El Padre era amigo del coro y fuimos a cantarle la Misa Solemne de Aniversario. Tuvimos así la oportunidad de cantar con el nuevo órgano que el organero, Señor Guillermo Aizpuru, acababa de construir para esa parroquia. Después de Misa hubo una recepción informal en los salones de los bajos de la iglesia. Disfrutando allí de un refresco y galleticas, conversaba con mi amigo José Gasulla. Ambos éramos sopranos en el coro. De pronto se nos acercó una joven señorita y nos pidió el autógrafo. "¿Que le demos qué...?" le contestamos. La señorita nos volvió a repetir que si le podíamos dar el autógrafo. "Lo siento, pero yo no fumo"...le contesté....immediatemente, José también le dice...."Ni yo tampoco fumo."  La joven se echó a reír y nos indicó que le firmáramos el programa. Fue una situación embarazosa.
Aparentemente, ni José ni yo sabíamos lo que era un autógrafo y los dos pensamos que se trataba de una fosforera. Parece que el hecho de ser sopranos nos había puesto en la misma onda. Fuimos donde el maestro y él nos ayudó a entender la situación. 
  Esa fue la primera y única vez que alguien me ha pedido un autógrafo. Mucho cuidado con no confundir la gimnasia con la magnesia.
 
 Marvin Jui

 

 

 

 

MENSAJE PUBLICO, SE SOLICITA INFORMACIÓN.

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A VER SI Uds. SE ACUERDAN DE LOS EVENTOS IMPORTANTES EN QUE PARTICIPAMOS, YO ME ACUERDO DE ALGUNOS PERO NO DE FECHAS.

>PRIMERA PARTICIPACIÓN EN LA LITURGIA DEL CRISTO:  SEMANA SANTA DE 1952. PARTICIPACIÓN EN LA PRIMERA VIGILIA PASCUAL NOCTURNA [MEDIA NOCHE] CELEBRADA EN CUBA.

>MISA DE PENTECOSTÉS, 1952, EN EL CRISTO.

>PROCESIÓN DE LOS RAMOS DESDE SAN FRANCISCO A LA CATEDRAL Y MISA EN LA CATEDRAL, SEGÚN LA NUEVA SEMANA SANTA REFORMADA. PRIMERA EN CUBA.

>ANIVERSARIO DEL P.McKNIFF.

>CONGRESO CATÓLICO. 1959.

>CONCIERTO EN SANTA RITA.

>VIAJE A CAMAGÜEY.

>CONCIERTO EN EL PALACIO CARDENALICIO.       

>CONSAGRACIÓN DE MONS. BOZA Y DOMÍNGUEZ. MAYO, 1960

>CONSAGRACIÓN DE MONS. ROZAS.

>ULTIMA ACTUACIÓN EN LA CATEDRAL: MISA EN HONOR A SAN JUAN VIANNEY, DE LA FRATERNIDAD SACERDOTAL. CON MONS. BOZA. 

SI HAY ALGO MAS, VAYAN AÑADIENDO...

PAZ,   WILLY         1 Up

 

 

 

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